Yo volví a leer tus cartas y seguí con mis manos el rastro que dejaron las tuyas al escribirlas. Sé, donde paraste, donde suspiraste, incluso que no pudiste plasmar la inmensa mayoría de lo que pensabas escribir. Pero nada de eso importaba, sabía bien lo que sentías por mí.
Las esculturas de piedras se quedaron en el mismo sitio, las calles mojadas donde dejamos nuestras pisadas guardan aun el calor del tacto que en ellas quedaron visibles, y por ser testigos de todo, tendrán que cargar con nuestros recuerdos toda la eternidad.
Quizá ya no hayan más, y luego recordaré aquella frase << Antes de rendirnos, fuimos eternos>>
Pero en cierto modo sé, y tú lo sabes, que siempre seremos eternos, pues todos y cada uno de esos lugares que recorrimos juntos, fueron y serán testigos de lo que una vez sentimos, y por ello tendrán que guardar nuestros más grandes secretos, de la complicidad y de los recuerdos. Porque yo también sentí esa "complementariedad" por aquellos rincones que ya no veré de la misma manera, porque nunca otro paraguas llorón me llenará de tanta ternura, porque nuestras historias siempre tendrán algunos segundos en ese reloj eterno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario